La obsesión es la manía de darle demasiadas vueltas a las cosas. Es pensar y re-pensar mil veces en una misma cosa, normalmente en una cosa que nos preocupa, y lo seguimos haciendo aunque no nos lleve a nada sino solo a agobiarnos más. Por eso las personas obsesivas tienen mayor dificultad para gestionar sus emociones.
Lo complicado es que para las personas obsesivas es muy difícil lidiar todos los días con las obsesiones, lo cual cansa mucho y complica mucho la vida. Parece como si ciertos pensamientos se adhirieran a nuestra mente como un chicle que no podemos despegarnos. De hecho, en Psicología, al vicio de obsesionarnos con problemas del pasado que no tienen solución, se le llama rumiación, lo cual es muy gráfico. Hay ocasiones en las que rumiamos nuestros pensamientos una y otra vez sin llegar a nada.
Y es que hay personas que son obsesivas como rasgo de personalidad, es decir, se obsesionan fácilmente con cualquier pensamiento, aunque no sea preocupante. Es prácticamente genético. Además, a estas personas les cuesta desconectar, no solo de sus preocupaciones, también les cuesta desconectar de todo lo demás: del trabajo, dejar de hablar acerca de un tema, terminar una discusión (se hacen eternas), terminar una tarea en la que llevan un buen tiempo concentradas, olvidar a un ex-novio, dejar de hacer algo que le gusta mucho, etc.
Lo bueno de las personas obsesivas es que tienen una alta capacidad de concentración y pueden alcanzar un alto rendimiento en el trabajo si aprenden a controlar las obsesiones y utilizarlas para obsesionarse con lo que les conviene en ese momento. Además, suelen ser apasionadas, minuciosas, detallistas, perfeccionistas, creativas e incluso muy organizadas (aunque a veces deban aprender esta virtud desde cero. Pero tienen el potencial). En algunos trabajos encajan muy bien gracias a todo esto. También, las personas obsesivas pueden aprender a recrearse en lo que les hace felices: ya que le dan muchas vueltas a los pensamientos, pueden aprender a darle vueltas a los pensamientos positivos y motivadores.
No obstante, el ser obsesivo suele ser una barrera o dificultad al principio, cuando aún no saben cómo gestionarlas. Por eso, aquí van algunas orientaciones para controlar mejor las obsesiones. Además, están escritas por un auténtico obsesivo de personalidad, y corroboradas por su propia experiencia.
¿Qué hacer para obsesionarse menos?
El primer consejo es el más sencillo y poderoso: el autocuidado mental. Que consiste en tener ratos de silencio y soledad en intimidad, en los que poder pensar tranquilamente. ¿Pensar en qué? En nosotros, en nuestra vida, nuestras preocupaciones, nuestros objetivos, nuestros avances, etc. Para que así no necesitemos hacerlo en otros momentos.
En demasiadas ocasiones, dejamos poco tiempo a nuestra mente para pensar de verdad: el ocio, el trabajo, las tareas, las personas, e incluso los vicios (videojuegos, droga, redes sociales) llenan nuestra vida de momentos en los que nos evadimos de nosotros mismos constantemente. Esto no permite que nos paremos a pensar de forma ordenada.
Tampoco sirve“pensar mientras haces otras cosas o tareas». Pararse a pensar es algo que hay que hacer a posta y evitando distraernos con otras cosas.
Cuando estamos (o somos) muy nerviosos, podemos pensar mientras hacemos tareas sencillas o manuales como pasear, lavar los platos, planchar o dibujar mandalas, pero que esto sea solo una primera parte del proceso: siempre es necesario un rato en el que solo se piense.
Nuestro cerebro necesita pensar para ordenar las ideas, entender las cosas, tomar decisiones y motivarse; si le damos ese espacio en nuestro horario semanal no necesitará invadir nuestra vida de pensamientos intrusivos interrumpiéndonos en nuestra rutina. Y nos lbsessionaremos menos. Además, esta tarea reduce significativamente la ansiedad en nuestras vidas, que es el principal motor de las obsesiones fuertes.
ESTRATEGIAS PARA DEJAR DE OBSESIONARNOS
Aunque lo principal es el autocuidado personal, y con eso suele ser suficiente para una mente más sana y libre, a veces, cuando estamos pasando por alguna crisis o alguna mala racha, las obsesiones se convierten en un verdadero enemigo constante de nuestra salud. Es por ello que quizás necesitemos alguna técnica, estrategia o pauta para desecharlas más fácilmente. Aquí os dejo 5 que me parecen interesantes, empezando por la más sencilla.
1ª Técnica: 3 pasos para desconectar de la obsesión
Esta pauta es útil para obsesiones leves e irracionales del día a día que no tienen sentido en sí. A las personas que somos obsesivas, como rasgo de personalidad, nos puede ayudar en muchas ocasiones. Hablo de obsesiones tontas del tipo «¿habré cerrado bien el coche?» (sabiendo que si), o, también, el hecho de darle vueltas a una conversación que hemos tenido hace un rato, o engancharnos a ese clásico pensamiento: «qué mal me ha salido el examen, voy a suspender…» y nos ponemos en lo peor cuando realmente no sabemos si eso es así.
En muchas ocasiones es suficiente con estos 3 pasos, que parecen simples o bastante evidentes, pero hay que hacerlos a conciencia:
1- Darte cuenta: darte cuenta de que estás obsesionado, es decir, de que estás dándole vueltas a algo sin sentido y sin llegar a ninguna solución.
2- Darte cuenta de que no sirve de nada: darnos cuenta de que no tiene sentido seguir pensando en ese tema, y que lo mejor es dejar de pensar en ello. (A menos que si lo tenga, entonces hagámoslo, o decidamos hacerlo más tarde).
3- Cambiar de actividad: despejarte, hacer otra cosa. Es mejor sustituir los pensamientos que intentar evitarlos, por ello, la propuesta es concentrarte en otra cosa para distraer la mente: dar un paseo, descansar, trabajar o hacer alguna tarea que te ocupe la mente.
2ª Técnica: escribir
Si los pasos anteriores no funcionan, seguramente sea porque en nuestra cabeza realmente tenemos un problema que merece atención y sí merece la pena pensar en ello.
El problema está en que no estamos «pensando bien», es decir, de manera ordenada y lógica, o bien, que no estamos encontrando soluciones.
Recomendación: en vez de pensar, escribe. Como ejemplo, propongo estas 3 objetivos a la hora de escribir
- Escribe lo que te preocupa: descríbelo, analízalo y expresa todo lo que te ronda por la cabeza y expresa cómo te sientes para desahogarte.
- Escribe soluciones: tras el análisis, redacta propuestas de ideas que puedes hacer para solucionar el problema y piensa un plan para solucionarlo, los pasos que vas a dar y por dónde quieres empezar. Si no encuentras ninguna solución, el primer paso simplemente es pedir ayuda o consejo a quien entienda sobre el tema.
- Haz una conclusión: en una frase, resume lo que te preocupaba y lo que vas a hacer para solucionarlo.
3ª Técnica: solucionar los problemas rápido
La mayoría de las obsesiones desaparecen cuando se solucionan los problemas que las acrecientan. Normalmente es la ansiedad la que más las alimenta. Por eso a veces merece más la pena emplear los esfuerzos en resolver los asuntos pendientes que en quitárnoslos de la cabeza.
Esta estrategia es interesante para todas esas obsesiones relacionadas con «tareas a medias». Un consejo de productividad para las personas más obsesivas es acabar lo que se empieza. Y, por supuesto, no empezar nada que no se pueda terminar en el tiempo del que se dispone. De esta manera, nos lo quitamos rápido de la cabeza.
Si te obsesiona una tarea incompleta, una solución sencilla es hacerla.
Problemas no resueltos, conversaciones a medias, proyectos en el aire, tareas pospuestas mil veces por procrastinacion, asuntos pendientes… Hay veces que es mejor acabarlos y pasar página.
Y si no podemos solucionarlos hoy, la solución podría ser, al menos, pararnos a organizarnos y decidir cuando nos vamos a ocupar de ellos. El simple hecho de redactar una lista de tareas pendientes y planificarnos, ayuda a desconectar.
4ª Técnica: inundación
Esta técnica es un poco más bruta pero útil para preocupaciones que son fuertes. Sobre todo para obsesiones que nacen de un problema o situación en la que no hemos reflexionado lo suficiente de manera profunda. Además es una especie de terapia de choque.
Consiste en hacer precisamente lo contrario a lo esperado: dedicar tiempo a obsesionarnos. Lo cual no es demasiado complicado. Es simplemente dejarnos llevar por la obsesión a drede: lanzarnos a ella, inundarnos en ella, hasta agotarla, hasta darle todas la vueltas posibles a aquello que nos preocupa.
Esta ténica debe aplicarse en exclusividad, no estar haciendo más cosas al mismo tiempo: dedicar toda nuestra energía y atención a este tema. Para ello, yo recomiendo hacerla fuera de nuestro ambiente diario: salir al campo, coger el coche y perderse, ir a un espacio a solas y no volver hasta no estar más tranquilo o, al menos, hasta no estar hartos de pensar en el tema y llegar incluso a aborrecerlo. Se parece a cuando quieren dejar de fumar y se fuman un día 3 paquetes para cogerle asco al tabaco. Decirle a la mente: ¿quieres caldo? pues toma dos tazas.
Lo difícil y lo bruto de esta estrategia es que puede llegar a agobiarnos y angustiarnos. En ese caso debemos aplicar el mismo principio con la ansiedad que aparezca: dejarnos llevar por ella y sentirla ampliamente hasta que no quede más ansiedad. Realmente no va a pasar nada, simplemente se pasará.
Lo importante en esta pauta es darnos tiempo para darle todas las vueltas posibles. Y también es importante saber descansar un poco de vez en cuando para no saturarnos.
Y es que, en ocasiones necesitamos verdaderamente pararnos a pensar y darle mil vueltas a un asunto, para asegurarnos de que lo estamos comprendiendo bien antes de tomar decisiones importantes, o antes de adoptar cierta postura para encararlo. Probablamente, tras agotar la obsesión, veamos las cosas más claras y empiece a desaparecer.
5ª Técnica: parada de pensamiento
Este ejercicio se utiliza para casos más graves. Es una manera sencilla y práctica de desconectar la atención de los pensamientos cuando somos más torpes en el dominio de las obsesiones. Aunque es una técnica más artificial. Tiene los siguientes pasos:
- Intenta identificar cinco colores distintos a tu alrededor
- Después advierte cinco sonidos distintos (o al menos escucha sonidos que vengan de cinco direcciones diferentes)
- Luego siente o toca cinco texturas diferentes (o imagina sentirlas – es extraño, pero funciona).
- Luego repite el ciclo, identificando cuatro colores, cuatro sonidos, cuatro texturas;
- Luego repite con tres de cada uno
- Luego dos, luego uno;
- Luego también un gusto y un olor. Si quieres puedes incluso ir a buscar algo que degustar y olfatear a posta. O más de uno.
Una vez terminado, vuelve a prestar atención a la tarea que tienes entre manos. Notarás que has podido desengancharte de los pensamientos. Por si acaso, ocupa tu mente con alguna terea nueva.
¿Y si no podemos controlar nuestras obsesiones?
La obsesión se agrava mucho cuando coincide que tenemos un problema importante que nos preocupa. Lo cual es normal: cuando uno tiene un problema necesita pensar en ello para buscarle una solución. Por ello, cuando encontremos la solución, se acabará la obsesión. Sin embargo, a veces no pensamos de manera lógica, ordenada ni eficaz, pues nadie nos enseña a eso (aunque debería ser una tarea del sistema educativo), y las soluciones son difíciles de ver.
Además, a veces la ansiedad hace que nuestro pensamiento se vuelva mucho más torpe y nos bloqueemos. La ansiedad es lo que más alimenta la obsesión. Paradójicamente, las obsesiones también aumentan la ansiedad. Es entonces cuando se crea un círculo vicioso que hay que saber cortar.
Para colmo, en algunas ocasiones sucede que el problema que nos preocupa no tiene solución o bien depende de factores externos antes los que solo podemos esperar. En estas ocasiones, simplemente estamos ante un drama que no tiene vuelta atrás y solo debemos asumirlo, aceptarlo, adaptarnos y nada más. Seguir hacia adelante.
Para ello, hay una regla de tres que debemos seguir en todos los problemas: si tienes un problema, búscale una solución, si no la tiene ¿para qué vas a pensar más en ello? Solo esa lógica puede parar la obsesión. Pero la clave es la esperanza: no preouparse y confiar en que la vida irá a mejor.
Por último, cuando la obsesión puede con nosotros y no hay manera de quitárnosla, lo más seguro es que nos estemos encontrando con un problema de ansiedad, de gestión emocional, de impulsividad o quizás estés pasando por alguna crisis vital a la que no te sabes adaptar. También hay psicopatologías exrtemas, como el trastorno obsesivo compulsivo, que se caracteriza por obsesiones y manías extremas.
En todos estos casos, lo recomendado es acudir a un profesional de la Psicología. Y por nuestra parte, si lo necesitas, podemos ayudarte.
La clave más sencilla y poderosa para vencer una obsesión difícil
No terminaré este artículo sin aportar la que considero la última clave y la más importante y dar, además, un poco de esperanza.
La última clave, la más sencilla y más poderosa para vencer la obsesión es, de hecho, la única necesaria. No es una técnica psicológica sino una virtud espiritual y nos trasciende. Es por ello que requiere de mucha humildad. Esta llave es la esperanza. Basta encontrar un atisbo de esperanza para dejar de obsesionarnos.
La esperanza es decidir creer que todo saldrá bien o que, al menos, de todo nos podremos sobreponer. Esperanza es reconocer que no podemos entenerlo todo y que, precisamente por eso, siempre hay alguna solución inesperada que se nos escapa. No sabemos cómo, pero siempre puede pasar algo bueno; aunque parezca improbable, pero siempre es posible. Y es una realidad que no podemos negar. Mientras haya vida hay esperanza.
Cuando todo parece perdido, aún queda la esperaza. Pero la verdadera esperanza es misteriosa y se escapa a nuestra razón: consiste es esperar a que suceda algo inesperado, algo inimaginado, algo sorpredente y que se nos había escapado. Esperanza consiste en esperar más allá de lo conocido. Y esto, por difícil que parezca, es profundamente liberador.
Solo que, para ello, hace falta ser muy humilde, como un niño. Pues es necesario aceptar una serie de cosas: aceptar que no podemos controlarlo todo, y que no podemos entenderlo todo, o que no sabemos nada; aceptar que nos equivocamos constantemente, aceptar que el mundo no está contra nosotros y el mal no tiene porqué prevalecer necesariamente; es aceptar que somos limitados y que siempre hay soluciones que de primeras no percibimos; es aceptar que a veces tendremos buena suerte, incluso que a pesar del sufrimiento o el dolor inevitable siempre podremos encontrar un sentido que merezca la pena. Esperar consiste en aceptar que muchas veces estamos entre la espada y la pared, pero, mientras la pelota siga en el campo, quedan minutos de partido. Es aceptar que muchas veces no podremos hacer nada salvo esperar, pero aún así, no todo está perdido. Y, sobre todo, esperanza es aceptar salir del victimismo en el que nos reconfortamos voluntariamente para tomar la decisión de empezar a ser optimistas aún en los peores escenarios. Si aprendemos a esperar en las peores situaciones, la obsesión ya nunca más será un problema para nosotros.
Y si no sabes cómo abordar el problema que te obsesiona, siempre puedes pedir ayuda.
Juan Carlos Beato Díaz. Psicólogo y Coach personal
Soy graduado en Psicología con máster de coaching y Psicología Existencial. Estoy especializado en orientación de adolescentes y rendimiento académico, así como en ansiedad y etrés. En 2013 comencé a formarme en IPæ y en 2018 emprendí su sede en Lucena. Me encanta la escritura y la lectura para formarme. Considero que la terapia se resume en leer, escibir y conversar. Puedes reservar cita conmigo aquí.