Humánitas

Todo ser tiene un principio, y el ser humano, además, principios.

A modo de inicio

Desde estos Ritmos queremos dejar constancia, igual que lo hicimos con el concepto universálitas, que creamos nosotros para hablar de lo que en realidad ha de tener en sí cualquier sistema que quiera formar a los hombres –que no educarlos–, queremos dejar constancia de una realidad anterior a esa, y no ya un concepto, aunque haya quien intente darnos gato por liebre.

La realidad es la humanidad, la naturaleza humana, que se vive en cada una de las personas que vivieron, vivimos y vivirán en este Mundo. Estos son sus principios –algo desarrollados–, no porque nosotros digamos que lo son, sino porque los hombres nos damos cuenta de ello cuando somos hombres, da igual la época en la que vivamos: los principios van más allá de cualquier época, pues habitan en cada uno de nosotros; como ese alguien que eres tú, aunque vayas cumpliendo años y dejando atrás fases, que te hace reconocerte cada vez que te encuentras contigo mismo.

Desarrollo

1.- La vida de cada ser humano es sagrada, desde el momento de su concepción –cuando las dos informaciones genéticas se fusionan ya es un nuevo ser humano– y para siempre. La vida de cada ser humano es una historia que terminará cuando él fallezca. Todo lo que atente contra esa vida va contra el hombre y deberá ser erradicado.

2.- El hombre es persona desde que es hombre, pues el hombre siempre será alguien y no algo. El hombre es un fin en sí mismo y no un medio para…, un objeto.

3.- La libertad humana es sagrada y, también, el derecho que tiene cada persona, cada ser humano, a la autodeterminación.

4.- Cada hombre –siempre es genérico– es libre para amar lo que libremente quiera.

5.- Todos somos lo que pensamos, de ahí el derecho inalienable, del que todos gozamos, de tener libre acceso al conocimiento universal, a la verdad y a la realidad.

6.- El hombre se realiza amando, y se convierte en lo que ama. Sin embargo, nadie ama lo que no conoce, y esto nos conduce de nuevo al punto cuatro y cinco.

7.- La vida humana, cada hombre, surge, crece y se educa en la familia. La familia es, por tanto, la célula base de la que surge la sociedad. Por eso, todo intento de hacer que el hombre no comience su vida así va contra el propio hombre y causa en él destrozos graves, que le marcan para el resto de su vida.

7bis.- El ser humano se manifiesta como varón y mujer, es decir, es sexuado –que no sexual, o con múltiples géneros– y, por lo tanto, se necesitan mutuamente para conocerse como tal. Toda ideología que intente destruir esta realidad quiere, de una forma inhumana, destruir al hombre, y no ha de tener cabida en una sociedad humana.

8.- La educación de los hijos única y exclusivamente corresponde a sus padres. Nada ni nadie puede ni debe autoasignarse ese deber, que es, por otra parte, inalienable.

9.- La sociedad debe procurar la formación necesaria –que no educación– para que las personas que la componen –comunidad– sepan cómo prosperar en ella, como relacionarse entre ellos de forma adecuada y cómo crecer en sabiduría y amor. Por eso es tan importante facilitar el acceso a la belleza a través de la cultura, por eso la cultura –en todas sus manifestaciones– ha de estar exenta de los vaivenes de la economía, los impuestos o la política. La cultura es el alma del pueblo.

10.- Toda vida humana que esté alterada y, por ello, sufra, ha de arreglarse desde dentro, entendiendo que somos una unidad perfecta de espíritu y materia –espíritu encarnado–, y no una dualidad de alma y cuerpo. Por lo tanto, toda práctica que se encamine a sanar al hombre –medicinal, formativa, orientativa o psicológica– ha de tener en cuenta que trata a una persona y no un objeto. Todo abuso de los métodos de sanación, basado en estadísticas o en intereses empresariales o en cualquier otra memez, será erradicado -remitimos al punto uno-. Así pues, cualquier persona que quiera asumir la responsabilidad de sanar a otros habrá de tener, a parte de la formación técnica necesaria para su campo, la formación antropológica y humana adecuada para realizar su tarea.

11.- Toda economía ha de lograr un crecimiento paulatino desde la familia hasta la sociedad, teniendo en cuenta que lo importante es que todos los hombres que componen esa sociedad tengan los bienes comunes solventados, a saber: vivienda, comida, ropa, formación, seguridad, y acceso al sistema sanitario y al laboral. Toda especulación con estos bienes será arrancada de raíz. De la misma manera que en una familia los padres no admiten que un hijo muera de hambre, en la sociedad sus gobernantes harán lo mismo en cuanto a los bienes comunes se refiere.

12.- El gobierno de una sociedad, de un grupo de personas, ha de estar compuesto por hombres –genérico, de nuevo y siempre– preparados para cumplir adecuada y eficazmente los trabajos a los que se dediquen, elegidos a través de sistemas cuantificables y no por votaciones del resto de la sociedad, que siempre pueden ser manipulados gracias a la publicidad engañosa, al uso fraudulento de la palabra y al recurso tan inhumano que es sembrar miedo en los demás. De la misma forma que una persona ha de ser ejemplo para sus hijos, sus compañeros, sus amigos…, el que acepte la responsabilidad de gobernar a otros, ha de aceptar que deberá ser ejemplo de buen hacer y de honradez, reconociendo que su cargo es, realmente, una carga, que está ahí para servir y no para mandar, y que todos los bienes que maneja y a los que intenta dar buen curso no le pertenecen, sino que son de todos.

13.- Lo que engrandece más a un ser humano es su capacidad de perdonar y de aceptar el perdón. Por lo tanto, en ello han de basarse las relaciones entre los hombres si quieren llegar a ser civilizados alguna vez y construir una sociedad que realmente sea humana.

14.- La vida de cada ser humano es una historia -punto uno-, que no concluye hasta que el hombre haya fallecido. Por eso, todo hombre deberá tener un conocimiento adecuado de su historia, de sus raíces, y de la historia de la Tierra que habita, para reconocer los aciertos y las equivocaciones cometidos a lo largo de los años pasados. De esta forma, estará preparado para juzgar adecuadamente las dificultades que el presente le plantee, tanto personales como sociales. Así no caerá en ideologías tan erróneas como los nacionalismos, por ejemplo.

15.- El único acto humano que es en sí mismo siempre malo –dan igual las circunstancias en las que se cometa, tanto personales como sociales– es la tortura. Por eso, todas las formas de tortura –ya sean físicas, psicológicas o espirituales– serán erradicadas de una sociedad justa, pues estos actos van directamente contra el hombre. No hay que dejar que algunos humanos degenerados y corrompidos instauren la ley del terror en nuestras sociedades.

16.- El ser humano es, posiblemente, de todos los seres que habitan este Mundo, el más débil desde que es concebido. Por eso, es imperativo que todos estemos unidos, pues es esa hermandad la que nos hace fuertes y en la que podemos llegar a ser felices.

17.- El hombre es un fin en sí mismo –punto dos– y ha de ser amado como tal. No es un medio para…, no es un objeto. Por ello, debemos expulsar de nuestras sociedades todo uso utilitarista y fraudulento que se haga de él.

18.- Los principios desde los que se construye un ser humano son tres: la vida, la libertad y el amor. Todo lo que los potencie conseguirá el adecuado desarrollo de los hombres; todo lo que los castre, todo lo que los cercene, irá contra el ser humano y dejará las sociedades llenas de tinieblas, profundamente injustas e inhabitables.

David Luengo Cruz

Antropólogo, Orientador y fundador del Centro IPae

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