déficit de atención (TDAH) que es

Trastorno por déficit de atención (TDAH): un enfoque humano e integral

¿Por qué busco un nuevo enfoque para abordar el trastorno de déficit de atención?

Como a miles de niños, cuando era pequeño me dijeron que tenía défiit de atención (en mi caso sin hiperactividad) y me estuvieron medicando con Concerta (un medicamento para este supuesto déficit) durante un par de años.

El TDA es un trastorno del aprendizaje que incluso te habilita para pedir un 33% de discapacidad, que afecta, según las estadísticas, a entre un 5 y un 10% de los niños (uno de cada 10 o 20 niños) y que se caracteriza por una dificultad para concentrarse, impulsividad, baja tolerancia a la frustración, dificultad para seguir instrucciones, desorganización y, en ocasiones, una alta hiperactividad. De ahí el TDA-H (con hiperactividad)

En mi caso me sucedía que tenía una atención muy dispersa al estudiar, era torpe, despistado, olvidadizo, lento aprendiendo y leyendo, baja comprensión lectora… suspendía muchas asignaturas y no tenía muy buen rendimiento escolar.

Tuve que dejar las pastillas porque me daban sueño y seguí suspendiendo año tras año, sin repetir de milagro, hasta que con 18 años, recibí ayuda de otro tipo que me permitió superar todas mis dificultades académicas, estudiar mi carrera, seguir formándome, emprender, etc. Y lograr todos los propósitos académicos y profesionales que me he propuesto.

Ahora soy psicólogo especializado en rendimiento académico y me gustaría en este artículo dar otro enfoque mucho más humano y más integral del que recibí en el sistema educativo e incluso del que aprendí en la universidad. Quiero hablar de lo que realmente considero que es el déficit de atención.

¿Existe realmente el TDAH?

Investigando un poco más a fondo el TDA, llega un momento en el que realmente uno se plantea qué sentido tiene y si existe realmente.

Esta es la duda que propone Mario Pérez, psicólogo clínico y catedrático de Psicopatología y Técnicas de Intervención de la Universidad de Oviedo, en este artículo del ABC «El TDAH no existe, y la medicación no es un tratamiento, sino un dopaje» y en su libro Volviendo a la normalidad.

También está la doctora en Educación María Acaso, en su artículo: «No existe trastorno de déficit de atención, son solo niños aburridos»

Y si indagamos un poco más, podemos encontrar que Leon Eisenberg, el psiquiatra que “descubrió” el TDA, confesó antes de morir que el trastorno por déficit de atención era una “enfermedad ficticia”. Lo que no dudo es que las farmacéuticas se han beneficiado enormemente de esta nueva enfermedad con la que comercializar, que precisamente se ha convertido en el trastorno más sobre-diagnosticado de la historia.

Cada vez que un niño tiene dificultades para aprender o para adaptarse al sistema educativo, se le etiqueta con el TDA. ¿No será que el problema está en el sistema y no en el niño? ¿No será el nefasto, rígido y obsoleto sistema educativo (con unos de las peores puntuaciones de calidad a nivel internacional) el que no se adapta a los niños? En mi caso fue evidente, y en todos los alumnos que me nos han llegado al Centro IPAE con TDAH, después de 25 años de experiencia, también.

¿Qué es realmente el Trastorno por Déficit de Atención (TDA) con o sin hiperactividad (TDAH)?

El TDA no es ningún problema neurológico que requiera pastillas, ni mucho menos una discapacidad (pues, de hecho, redime con el tiempo, siendo muy difícil encontrar TDA en adultos). Que yo sepa, una discapacidad no tiene cura, si tiene cura debería llamarse enfermedad. Pero ni siquiera eso: el TDA es más bien un problema de hábitos, de motivación y de lo que yo llamo Desidia Mental.

El TDA es principalmente un síntoma que consiste en la dificultad para concentrarse, pero no una enfermedad. Un dolor de cabeza es un síntoma, pero puede provenir de una enfermedad (como por ejemplo las migrañas) o de una siempre tensión muscular por cansancio.

El TDA en este caso es el síntoma, pero no proviene de una enfermedad sino de un problema de inmadurez, dejadez o pereza mental que yo llamo desidia mental.

La desidia mental es cuando la pereza mental se vuelve crónica. De la misma manera que la obesidad es cuando la inactividad física y el sobre peso se vuelven crónicos.

Hay personas con una especie de obesidad mental: «gordos mentales» digo bromendo. Personas que no están en forma mentalmente y no tienen una mente ágil, despierta, productiva, creativa, no rinden sin ayuda, son torpes, lentos al pensar, tienen una atención dispersa, son despistados, olvidadizos o, como ellos dicen: empanados. Pero también son chavales estupendos que les encanta disfrutar y suelen ser humildes, inocentes y sencillos, receptivos al cariño y, en muchos casos, muy sensibles y emotivos.

Como consecuencia de sus dificultades, suelen estudiar mal por falta de motivación, de hábito, dificultad en el proceso de estudio, pero también por falta de energía y de práctica. Pueden ser bastante ineficientes. Y tienen muy poca intuición o sentido común en el tema del rendimiento: es como si tuvieran las peores ideas para estudiar, todas juntas en la misma persona.

Sin embargo, no es que sean tontos o les falte un tornillo: no es falta de inteligencia, sino de diligencia y de disciplina. No les falta talento sino entrenamiento y trabajo. Y también un poco de sentido común.

Es como si Messi estuviera gordo y no le hubieran nunca enseñado a jugar al futbol: no sabríamos el potencial que tiene, pero eso no significa que no lo tenga y que, con entrenamiento y trabajo, no pueda sacar a la luz su potencial.

La verdadera causa del déficit de atención

La causa real de este Trastorno por Déficit de Atención o de esta desidia mental no es un problema neurológico como nos quieren hacer pensar para justificar el inapropiado abuso de la medicación que prescriben en casi todos estos casos, recetando anfetaminas a niños, incluso menores de 6 años. O como quieren pensar los responsables del sistema educativo para justificar la inadaptación del niño.

La verdadera causa del TDA y de la desidia mental es la falta de hábitos mentales sanos, una mala gestión emocional (que muchas veces se transmite por los padres), la sobreprotección (con cada frustración y dificultad escolar) y el abuso de pantallas desde pequeños.

Es muy normal encontrarse chavales de 15 años que llevan en clases de apoyo desde los 7 años, en los que acostumbran al profesor particular a que lo haga todo: le explique la lección, le organice todo lo que tiene que hacer, le revise las tareas, le regañe o motive cuando no tenga ganas de hacer nada, lo haga todo con él, se aprenda las cosas estudiando con él porque solo “no se pone” o “se despista con una mosca”, creando una especie de dependencia intelectual y motivacional aberrante que cansa al profesor, al niño y a los padres.

También es habitual niños que consumen pantallas cada vez que se aburren, se enfadan, se agobian o se frustran. Y nunca quieren estudiar: solo jugar. Por tanto, no desarrollan adecuadamente la concentración activa, que se entrena con el esfuerzo sostenido por la motivación interna; sino que siempre buscan una concentración pasiva, que depende de estímulos, sensaciones y motivaciones externas.

También puede ser que tengan cierta dificultad lectora o un mal aprendizaje que haga que lean lento y, por tanto, les cueste más esfuerzo y tiempo leer y, por lo tanto, les motive menos y se despisten (o se desesperen) más al estudiar.

Es posible también desarrollar un déficit de atención a causa de un trauma o herida emocional grave en una etap vital que no se ha integrado correctamente afectando a las funciones ejetuvicas: atención, organización, impulsividad, memoria, etc; o a la propia identidad de la persona.

O esos padres helicóptero que están siempre revoloteando alrededor del hijo prestando un exceso de atención a este, pendientes de que no se les olvide nada, no se equivoquen en nada o no se despisten nunca. Este exceso de atención de los padres suele derivar en déficit de atención de los hijos porque ¿para qué gastar energía en estar atento si ya lo hace mi madre y se le da mejor que a mí?

Y, por supuesto, niños a los que los padres no consiguen ponerle límites y les falta mucha madurez emocional. A veces son niños hipersensibles que requieren de más empatía para motivarles; otras veces es simplemente la inmadurez emocional de los padres que acaba transmitiéndose a estos niños que, unido a las pantallas y a la irresponsabilidad en lo académico, crea el TDA.

La punta del iceberg es el llamado déficit de atención. Pero el verdadero problema es mucho más: una inmadurez a nivel emocional, una gran irresponsabilidad y una falta de hábito de pensar por uno mismo abrumadora.

La principal dificultad del TDA o la desidia mental

La desidia mental no es como muchos problemas académicos que se resuelve fácilmente con orientación, pautas, técnicas de estudio y motivación; sino que requiere de un ingrediente extra que es clave: trabajo y tiempo.

Si comparamos la actividad física con la actividad mental, un gordo no adelgaza y se pone en forma de la noche a la mañana. Las técnicas tardan en producir un resultado gratificante porque hay una barrera que solo puede destruirse poco a poco: los kilos de más, la falta de movilidad, la falta de masa muscular, la falta de resistencia, etc.

Una persona con obesidad no empieza a hacer deporte en el 0, sino en el -10. Por lo tanto, pasarán meses sin que la persona obtenga resultados gratificantes como gustarse en el espejo, poder presumir de cuerpo, etc. Tendrá que contentarse con “verse mejor que antes”.

En el caso de la desidia mental sucede igual: tardamos meses en poder obtener un resultado válido para nuestros padres o profesores. Avanzamos algo pero no aprobamos todos los exámenes. Debemos contentarnos con notar que estamos trabajando, que nuestra actitud ha cambiado, que suspendemos menos y aprendemos más. Aunque eso no es poco si tienemos en cuenta la siguiente gráfica.

La clave para no perder la esperanza y la motivación está en entender que en este entrenamiento, como todo crecimiento personal, los resultados son exponenciales. Esto significa que el proceso seguirá un progreso como en el de esta gráfica: estaremos mucho tiempo obteniendo pocos resultados hasta que, de repente, todo cambiará y empezaremos a dar mucho fruto.

¿Cuánto tiempo se tarda en superar el TDA o la desidia mental?

Lo mismo que tarda un gordo en adelgazar, ponerse en forma y desarrollar una buena capacidad física: en el mejor de los casos, meses de entrenamiento constante, pero más frecuentemente 1 o 2 años. Tan solo en casos muy graves, puede ser más.

Como en todo, no es lo mismo realizar este reto solo que realizarlo acompañado y bien asesorado. Por eso la mayoría de las personas obesas que quieren ponerse en forma contratan un entrenador personal, dado que necesitan unas indicaciones especiales para adaptar los ejercicios, diseñar un plan de entrenamiento personalizado y, lo que es más importante, un apoyo psicológico y motivacional excepcional.

Un buen entrenador es quien conoce las claves para que un entrenamiento sea asequible, completo y eficaz. Sin su formación es difícil, y en ocasiones casi imposible, lograr nuestros objetivos de cambio físico o mental. Para entenderlo, dejaremos algunas claves a continuación.

El tratamiento del trastorno de déficit de atención

Claves para entrenar el rendimiento mental y salir del TDA

Hay muchas formas de abordar el déficit de atención, pero la menos indicada a nivel científico es la medicación. Esta solo se considera oportuna como medida de último recurso.

Lo que a mí me ayudó realmente fue otro enfoque: el entrenamiento en técnicas de estudio, encontrar la motivación y la orientación y el acompañamiento de un orientador personal que me fue guiando en el proceso.

Si comparamos nuevamente los elementos de la actividad física con la actividad mental, podríamos reflexionar acerca de 3 factores

Actividad FísicaActividad Mental
Fuerzacapacidad para realizar ejercicio físico produciendo un esfuerzo muy elevadoMotivacióncapacidad para realizar tareas mentales que requieran un esfuerzo muy elevado
Resistenciacapacidad para realizar ejercicio físico sostenido durante un tiempo prolongadoConcentracióncapacidad para realizar tareas mentales sostenidas durante un tiempo prolongado
Flexibilidadcapacidad para realizar ejercicio físico que requiere mucha amplitud de movimientosImaginacióncapacidad para realizar tareas metales que requieren mucha amplitud de pensamiento

Tiene sentido comparar estas 3 variables para comprender que toda persona con cierta desidia mental debe entrenarlas equilibradamente para ponerse en forma y desarrollar una buena agilidad, determinación y rendimiento intelectual.

Para encontrar la motivación hace falta una buena evaluación de la personalidad del estudiante, descubrir sus pasiones, conocerlo profundamente, conectar con él, dedicarle cariño y tiempo suficiente, ilusionarle, ver su potencial, creer en él, entusiasmarse por él. Y acompañarlo.

Para entrenar la capacidad de concentración hace falta enseñarle las claves y ritmos naturales del rendimiento y formarle un poco para que adquiera ese sentido común que no tiene para abordar una sesión de estudio, prevenir errores y, sobre todo, paciencia. Porque, igual que una persona con obesidad tarda meses en adelgazar, y más meses en ponerse en forma, y más meses en lograr un buen rendimiento físico… también estas personas tardan sus meses e incluso algún que otro año en entrenar la capacidad de concentrarse. Incluso teniendo un buen entrenador.

Por último, la imaginación puede desarrollarse formándonos y pensando por uno mismo a la vez que vamos ordenando el pensamiento y las ideas a través de la expresión y la posterior reflexión y razonamiento. Es una capacidad que aporta muchísima libertad y agilidad mental.

Objetivos y consejos para afrontar el déficit de atención o TDA

Para concretar un poco más, detallaré algunos objetivos claves que suelo trabajar en mis seguimientos de orientación de alumnos con TDA. Los he redactado a modo de consejos clave y, además, los he ordenado por prioridad/profundidad, para que pueda ayudar a cualquier persona con TDA y que sepa ponerlos en práctica poco a poco:

  • Hazte responsable de tu vida: párate a pensar, conócete, descubre qué quieres, cuestiónate qué debes hacer en cada momento, toma decisiones difíciles, enfrenta tus problemas. No esperes a que los resuelvan otros por ti.
  • Sé proactivo: toma la iniciativa, no esperes a que te digan qué tienes que hacer, ponte metas y busca la manera de llegar hacia ellas
  • Aprende a ser resolutivo: cuando tengas un problema, barrera o dificultad, identifícalo, luego busca una solución.
  • Constancia: insiste, ten paciencia, levántate cada día, aprende de los errores, cree en ti mismo, busca renovar cada día la motivación. Estudia diariamente y aprende a adquirir hábitos.
  • Reduce la impulsividad: limita el uso de pantallas, de actividades con alta dopamina como videojuegos, pornografía, música electrónica, conductas de riesgo, bebidas energéticas, comida basura, drogas, café… Para desarrollar la virtud de la sobriedad.
  • Consume omega 3: la mejor alternativa a la medicación es el omega 3, pues contiene mielina, que es el conector que recubre las neuronas para mejorar las conexiones y acelerar la capacidad de procesamiento de la información, lo cual está muy relacionado con las funciones afectadas en el TDA. Se encuentra en las nueces, el pescado azul, aceite de oliva, entre otros.
  • Fórmate sobre rendimiento académico y técnicas de estudio: te facilitará la vida y adquirirás las herramientas para superar cada barrera
  • Aprende a ser organizado: empezar siempre por una lista de tareas, clasifícalas siempre por prioridades, adquiere el hábito de usar una agenda, diseña un plan para cada día, cada semana, cada mes… ordena tu cuarto, tus rutina y encuentra el equilibrio para cumplir tus hábitos.
  • Haz deporte: especialmente si tienes hiperactividad. El deporte estimula las conexiones de todo el cerebro, reduce el nerviosismo, la ansiedad y aumenta el ánimo, la energía y la disciplina tanto física como mental.
  • Desarrolla tus motivaciones: evalúa tus actitudes, indaga en tus intereses, apóyate en personas que te hagan sentir bien, descubre tus capacidades, acéptate tal y como eres, aprende a ilusionarte con los pies en la tierra y esperanza en el corazón.
  • Aprende a pensar y a razonar: busca aprender entendiendo en todo momento lo que lees y lo que aprendes. Pregúntate constantemente el porqué de las cosas. Luego reflexiona, desarrollar argumentos, atrévete a elaborar conclusiones, realizar críticas, dar opiniones, expresar lo que piensas.
  • Practica la creatividad: aprende algún arte y expresa tus pensamientos y sentimientos a través de él. Aprende a escuchar tu inspiración, a intuir ideas, a vaciar tu imaginación sobre un lienzo, una hoja en blanco, un instrumento o tu propio cuerpo. Disfruta de ello.
  • Desarrolla la disciplina: sé constante, ponte metas pequeñas, define hábitos claros, dale un lugar a cada cosa, cumple tu palabra, sé estricto contigo mismo, esfuérzate cada día.
  • Entiende tus emociones: aprende a identificar y a desahogar la frustración, la ansiedad, la agresividad, el estrés y todas esas emociones que nos desmotivan y nos paralizan. Escribe un diario emocional, fórmate en psicología para conocerte mejor, ábrete con alguien que te entienda y aconseje en tus preocupaciones.
  • Aprende a aburrirte: haz menos cosas, haz las cosas de una en una (elimina el multitasking), ve más despacio, disfruta de todo que haces, atrévete a aburrirte para dejar de necesitar la hiperestimulación, aprende a disfrutar de la soledad, de lo sencillo, de una conversación, de un paseo, de una lectura, de la tranquilidad y de la paz interior.
  • Aprende a sufrir: la frustración, la ansiedad, el aburrimiento e incluso el vacío tienen un sentido: permitirnos crecer y evolucionar. La única forma de afrontar esas emociones es pasando por ellas, permitirnos sentirlas y dejar que convivan con nosotros hasta que terminen su proceso y nos hagan ver qué galta en nuestra vida y qué solución debemos darles. Las crisis son necesarias para madurar.
  • Empieza a presta más atención a lo que te rodea: aprende a mirar la vida, contemplar la belleza, haz fotografía, describe lo que ves con la escritura, comenta lo que observas, sea una película, un panorama o la decoración de un hogar.
  • Préstate más atención a ti mismo: empieza a pensar, a escucharte, a prengutarte más a menudo «¿cómo estoy?», conoce tus sufrimientos y preocupaciones, reflexiona sobre cómo te afectan las cosas, qué te ilusiona realmente, etc.
  • Presta más atención a los demás: sé empatico, preocupate por los demás, escucha, pregunta cómo están, interesate por lo que les interesa, piensa en los demás, observa qué hacen, qué dicen, qué les gusta…

Cómo superar el déficit de atención y el fracaso escolar

Y, por último, para desarrollar cualquier habilidad, habitualmente es necesario aprender técnicas que nos permitan perfeccionarnos. Por eso, este tipo de personas necesitan aprender técnicas de estudio, técnicas de concentración, técnicas de organización, técnicas de expresión, técnicas de regulación emocional, etc.

Estas técnicas son las herramientas que nos permitirán entrenar y mejorar nuestro rendimiento y superar nuestras dificultades.  

Pero, al igual que sucede con el entrenamiento físico, en el entrenamiento mental para superar la desidia será altamente recomendable apoyarse en un entrenador que nos guíe, motive y enseñe para acortar los tiempos del progreso y garantice llegar a nuestro objetivo de rendimiento.

En IPae llamamos a este entrenador Coach Académico o coach escolar. Y es una de nuestras primeras especialidades: el Coaching Académico para enseñar y entrenar a alumnos con dificultades motivacionales y del aprendizaje a estudiar bien, mejorar su rendimiento académico y desarrollar su máximo potencial a nivel intelectual, personal y actitudinal.

Les enseñamos todas estas técnicas para que desarrollen su concentración, su imaginación y estimulen su motivación para el éxito académico. Y no solo nos quedamos ahí: lo que más nos preocupa es por lo que menos nos preguntan muchos profesores y maestros del sistema educativo: su felicidad.

Nuestra mayor vocación es formarles en los valores humanos y el conocimiento de ellos mismos para que puedan quererse, superarse a sí mismos y puedan aportar lo mejor de ellos a la sociedad.

Para todo el que quiera contactarnos, nos encontramos en Lucena (Córdoba) y también realizamos seguimientos online.

Lo bueno de tener TDAH

Por último, no quiero acabar este artículo sin remarcar lo que nunca remarcan, sin aportar las esperanza y la ilusión que nos hace crecer y decubrirnos, y que parecen estár empeñados en taparla.

Y es que hay que decir que detrás del TDAH, como de cualquier problema, defecto o carencia, se descubren una serie de extraordinarias virtudes que no todo el mundo tiene la oportunidad de desarrollar.

Es maravilloso descubrir la esponteneidad, la inocencia, la sencillez con la que te acogen y con la que confian en los demás. Siempre es ejemplar su humildad, pues tantos fallos, tantos despistes, olvidos y errores hacen que no suelan creerse mejor que nadie y acaben aprendiendo, más pronto que tarde, a reconocer sus defectos.

Suelen ser personas muy sensibles al mundo físico que les rodea, quizás por eso tienen déficit de atención en tareas abstractas: debido al gran interés que descubren en los sondios, colores, texturas… y quizás por ello muchos son altamente creativos. Además de disfrutones, glotones e impulsivos. Valoran especialmente la vida y los pequeños placeres. No es raro que les guste la cocina.

Tambiéna nivel social, suelen ser simpáticos y, a menudo, desarrollan la empatía para conectar con las personas. Además, son emotivos, alegres y entusiastas. Y, a nivel íntimo, aman mucho, porque han tenido que ser muy amados, pues requieren más trabajo en la educación que los demás; tambien tienen mucha paciencia porque han tenido que tenerla con ellos; y son cariñosos porque, en general, se sienten queridos.

Y son flexibles porque si no, les sería imposible sobrevivir, y por ello acaban desarrollando una curiosa capacidad de adaptación a los cambios de última hora y a las contrariedades… Como aquella vez de tantas que se dejaron las llaves y tuvieron que esperar 2 horas para entrar en casa.

Realmente, aunque puedan ser más nerviosos, van por la vida más despreocupados y tranquilos, sin agunstiarse por el futuro (hace tiempo que se rindieron a tratar controlarlo) y sin lamentarse demasiado por el pasado (lo negativo se les olvida rápido). En general, tienen más capacidad para vivir el presente.

En el trabajo son intuitivos y con alta capacidad de improvisación. Y, paradójicamente, poseen una mayor capacidad de concentración o «hiperfoco» cuando por fin encuentran algo que les motiva. En el fondo no tienen tanto déficit de atención sino una diferente manera de atender.

Por último, hay una frase que un día descubrí y que me encanta porque revela una realidad me parece del todo apasionante: «tu mayor defecto será tu mayor virtud». Y es una verdad sorprendente.

El perezoso será trabajador, el iracundo será templado, el infeliz alegre, el frío será un enamorado, el caótico será organizado, el orgulloso aprenderá a ser humilde. Y no solo eso, sino que lo serán más que nadie. Porque tu mayor defecto te hace el mayor experto en esa materia, tanto que acabarás desarrollando la virtud opuesta con la firmeza y determinación que superará a quien tiene ese talento naturalmente. Porque el trabajo constante siempre supera al talento.

He visto, y soy testimonio de ello, personas con TDAH que se convierten más tarde en unas de las personas más atentas, organizadas, responsables, eficaces, disciplinadas, templadas y sobrias que conozco. Porque, de trabajar tanto esos defectos, se vuelven verdaderos maestros en su campo. Pero para ello, es necesario que se comprometan y se responsabilicen radicalmente de sus defectos y limitaciones, trabajando en ellas con dedicación y acierto durante años.

Algunos creen que el TDAH será un defecto de por vida, y que será nuestro punto débil. Pero no. La capacidad de superación del ser humano es extraordinaria. Tu mayor defecto será tu mayor virtud, porque, como decía San Pablo, en mi debilidad es donde soy fuerte.

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