Hablar con un amigo, si realmente existe conversación, exige pensar en él amándole. (Pedro Antonio Urbina)
En numerosas ocasiones nos encontramos con conflictos entre personas de nuestro entorno. En algunos casos con personas difíciles o con las que no sabemos cómo comunicarnos sin que se ofendan o nos acusen. Y más hoy día que vivimos en una sociedad enormemente tóxica, donde el maltrato psicológico y moral abunda en la gran mayoría de relaciones, tanto familiares, como profesionales, así como en cualquier esquina donde siempre puedes toparte con algún ofendidito dispuesto a discutir contigo sobre cualquier asunto.
En la sociedad en la que el tedioso discurso de la tolerancia y la igualdad nos canturrea la oreja cada mañana, paradójicamente, hay más ofendiditos que nunca que no toleran una sola opinión contraria. Nos hemos vuelto demasiado narcisistas. Mientras que muchos son expertos en defender sus derechos y en victimizarse (olvidandose de sus deberes), otros, por el contrario, no saben ni cómo defender sus necesidades más evidentes y vitales. Encarcelados en un rol de víctima y de sumisión, de no saber decir que no, o de no saber poner límites sin que otro tonto le coma el terreno a base de drama, chantaje pusilánime, mentiras o, en el caso de los más lerdos, a base de agresividad bruta —como se dice, la violencia es el último recurso de los imbéciles—. Por eso es importante aprender a defenderse de manera inteligente.
La importancia de la comunicación amable
En este artículo hablaremos fríamente sobre cómo exponer nuestro punto de vista y nuestras necesidades de manera racional, eficaz y liviana, sin hacer daño ni acusar, ni echar más leña al fuego, pero también sin omitir aquellos aspectos importantes que de verdad nos preocupa hablar. Lo cual no siempre será efectivo porque, como se dice, no hay que discutir con un tonto, —te llevará a su terreno y te ganará por experiencia—, pero por lo menos podremos decir que hemos hecho lo que está en nuestra mano y sabremos que nadie puede echarnos nada en cara si tomamos medidas o ejercemos las consecuencas que veamos necesarias, pues habremos sido verdaderamente impecables, ejemplares e irreprochables en el conflicto. Sigue sin ser justicia, pero al menos, si el conflicto sigue presente, para los testigos del dilema quedará señalado el verdadero causante y no nosotros. Nos abremos defendido del maltrato más tóxico: el psicológico.
Aprender este estilo de comunicación nos facilitaría mucho la vida, pues nos ayudaria a comprendernos entre nosotros en todos los escenarios donde solemos encontrar dificultades al hablar las cosas. Que suelen ser donde están quienes nos quieren. Más allá de aprender a dialogar con imbéciles, que a veces es como echar perlas a los cerdos, necesitamos aprender a discutir con nuestra esposa, esposo, pareja, hijos, padres, amigos, compañeros de trabajo y todas esas personas a las que queremos y que agradecerían, como nosotros también agradeceríamos, que les supieramos expresar aquello que nos molesta y aquello que necesitamos, que anhelamos y que nos es crucial para ser felices. Necesitan que les enseñemos a amarnos. Y a amarnos bien.
A esto ayuda la asertividad, a aprender a comunicar con amor: sin juzgar, sin acusar o maltratar. Y además, una comunicación que ayude a resolver los conflictos y discusiones. Comunicación asertiva, es comunicar sin hacer daño. Para todas estas situaciones dejamos a continuación un par de apartados acerca de este estilo comunicativo y también unos apuntes acerca de la resolución de conflictos.
Pasos para la comunicación asertiva y eficaz
Si quieres exponer tu punto de vista acerca de un tema que normalmente genera conflicto, una de las mejores soluciones es la comunicación asertiva. La comunicación asertiva es un estilo comunicativo que guía para expresar problemas sin hacer daño, sin echar más leña al fuego, pero a la vez no dejar de expresar con contundencia el problema en cuestión.
Los pasos comúnmente conocidos de la comunicación asertiva son los siguientes:
- Definir el problema: definir claramente lo que pasa o ha pasado, lo que el otro ha hecho o está haciendo que no te gusta o te molesta
- Expresar cómo me siento: explicitar tu reacción emocional ante esa situación de manera más objetiva posible
- Explicar por qué me siento así: exponer la razón o causa de tus sentimientos o reacciones (intentando no culpabilizar o juzgar al otro sino solo la conducta o el problema)
- Proponer una solución: enunciar de manera concreta y práctica la conducta que hubieras preferido que tuviera la otra persona
Ejemplo 1:
- Cuando dejas tu ropa en el suelo,
- Me siento enfadada y cansada
- Es más trabajo para mí y tengo la impresión de que no te importa que yo tenga que agacharme a recogerla
- Preferiría que la echaras en el cesto de la ropa sucia o la guardaras en tu armario si está limpia
Ejemplo 2:
- Si te olvidas de felicitarme en nuestro aniversario,
- Me siento furiosa y triste
- Me parece que no te importa haberme conocido
- Me gusta que me demuestres que me quieres
(Luis de Rivera, El maltrato psicológico).
La comunicación asertiva se centra en la resolución de conflictos, de ahí la necesidad de definir el problema, analizarlo y proponer una solución, pero lo hace introduciendo el ingrediente clave para facilitar el respeto, la conexión entre personas, así como facilita ponernos en el punto de vista ajeno: la empatía. De ahí la importancia de expresar los sentimientos y explicarlos en el mismo discurso. La empatía es la clave que permite conectar con las personas y calmar la agresividad y el maltrato.
Pasos para la resolución de conflictos en tus relaciones
Para resolver cualquier conflicto, no basta con la comunicación asertiva. Esta simplemente era para expresar nuestro punto de vista sobre cualquier tema, de manera eficaz y sin hacer daño.
La resolución del conflicto implica algo más que la expresión individual: requiere diálogo, indagar ideas y soluciones y diversas habilidades personales y sociales. Todo esto lo he resumido en 6 pasos, integrando de nuevo la asertividad (paso 2).
- Ponerse en el lugar del otro antes de hablar: preguntarnos cómo se siente, porqué se siente así y porqué reacciona así, y tenerlo en cuenta
- Comunicar asertivamente: el problema y nuestros sentimientos, argumentos y propuestas.
- Escuchar: escuchar los sentimientos del otro y preguntarle por su punto de vista tras nuestra intervención
- Análisis del problema: no basta con proponer soluciones, esas soluciones deben ser plausibles y eficaces. Deben estudiar a las causas y consecuencias del problema para poder corregirlo
- Creatividad: tras el análisis se necesitará creatividad para buscar o idear soluciones que se adapten a la situación y a las necesidades y deseos de ambos, que beneficie a ambos o facilite la adaptación del uno al otro. Con creatividad la adaptación es fácil siempre.
- Negociar: la solución debe ser un acuerdo justo, donde se respeten las necesidades de ambos, beneficie a ambos y ambos queden satisfechos, para ello se requiere aprender a negociar
Juan Carlos Beato Díaz
Psicólogo y orientador de IPae
Soy graduado en Psicología con máster de coaching y Psicología Existencial. Estoy especializado en orientación de adolescentes y rendimiento académico, así como en ansiedad y etrés. En 2013 comencé a formarme en IPæ y en 2018 emprendí su sede en Lucena. Me encanta la escritura y la lectura para formarme. Considero que la terapia se resume en leer, escibir y conversar. Puedes reservar cita conmigo aquí.