La tarea del educador moderno no es podar las selvas, sino regar los desiertos (C.S. Lewis)
Esta mañana, para indicarle a un alumno cómo estudiar mejor la asignatura de Lengua Castellana y Literatura —Lengua para los amigos—, me he puesto a analizar el libro de 3º de la ESO perteneciente a una editorial de cuyo nombre no quiero acordarme. Más que nada porque, como hable de ella, la voy a poner a parir y no quiero ser injusto pues estas mismas conclusiones se podrían aplicar a cualquiera otra de las demás editoriales nefastas que podemos encontrarnos en cualquier instituto de Educación Secundaria de España. Pues todos los libros de texto que utilizamos en este Sistema Educativo estatal son una verdadera birria, hablando bien y lento.
Siento ser tan extremo, pero es que el contenido, el orden y la pedagogía de estos manuales son extremadamente malos y más si llevan décadas entre nosotros, en las que cada vez que sacan una nueva edición, en lugar de mejorar la anterior la empeoran. Y disculpad que empiece criticando, pero es que el primer paso para hacer bien las cosas es detectar lo malo y arreglarlo; luego intentaremos, como siempre, que esa mierda —con perdón— sirva de abono.
Lo primero que me llama la atención son los títulos de los temas: Tema 1: La mejor forma de expresarse, Tema 2: Hablar con propiedad; Tema 5: fiel a tus sentidos; Tema 7: ¿Cómo lo hago?; Tema 9: Hablar conmigo; Tema 12: In ictu oculi. Y así sucesivamente. Vaya estupidez de títulos. Pero lo peor es que el título no tiene nada que ver con el contenido de cada tema. Esto en sí ya es un enorme error pedagógico, pues le roba al alumno la síntesis clave que necesita para integrar los contenidos en su esquema mental durante el aprendizaje, lo cual también ayuda en el recuerdo.
Sin embargo, más tarde comprendí porqué ponían estos nombres tan ridículos, y es que el contenido de los temas no tienen ningún tipo de nexo de unión sino que simplemente dan una serie de apartados inconexos unos de otros sin seguir ningún hilo u orden conector, por tanto, es imposible ponerle un título al tema. De nuevo otro error garrafal para la integración de los conocimientos.
Os explico el único esquema que siguen la mayoría de los temas —ni siquiera es constante en todos—: apartado de Comunicación, luego el apartado de Gramática, luego el apartado de Norma y uso (que no sabemos lo que es, pues ese ámbito no existe en ningún lugar de la Lingüística) o de Ortografía. A veces sustituyen la Gramática por la Literatura. Y todo esto es la razón por la cual es imposible ponerle nombre a los temas, pues tratan de mil cosas pequeñitas que no tienen nada que ver.
Creo que parten de la idea de “vamos a ir dando en cada tema un poquito de cada ámbito, así lo aprenden mejor”. Lo cual me parece una soberana estupidez, pues las cosas se aprenden mejor de una en una, no reliándolas, extendiéndolas y complicándolas. Resulta que quieren dar muchas asignaturas en una sola: Gramática, Ortografía, Comunicación, Ortografía… y lo que hacen es liarlas unas con otras. Este es el gran problema de la asignatura llamada Lengua.
Lo sorprendente es que esto no pasa en otras asignaturas multidisciplinares como Biología y Geología o Física y Química o incluso en Ciencias Sociales que es un campo bastante amplio. En estas asignaturas separan bien las ideas, cada tema es de una cosa y poseen un título claro y concreto. Pero en Lengua no sé qué pasa que, a pesar de ser una de las asignaturas más importantes —en el sistema educativo este dichoso—, lo complican todo a más no poder.
Si yo fuera profesor de Lengua lo haría así: en el primer trimestre daría toda la Gramática, de forma unificada y condensada en 2 o 3 temas y quizás las reglas ortográficas en 1 o 2 temas más, todo destinado a que el alumno sepa redactar y expresarse bien. Y no haría nada más. Seguido de ello, el 2º trimestre me dedicaría a trabajar de manera detenida y amplia los apartados sobre Comunicación, comparando entre sí cada uno de los textos o formas comunicativas para que los entiendan en profundidad los alumnos y practicaría con ellos la comunicación a fondo y sin mezclar esta actividad con ningún otro ámbito de la Lengua. Y por último, en el tercer trimestre daríamos toda la literatura y solo literatura, a ver si así consiguen conectar con algo de los autores clásicos y entender un poco la diferencia entre cada uno de los estilos de la historia.
Por otro lado, el lenguaje y las definiciones que da el libro son incalificables, puesto que no utilizan un lenguaje académico universitario ni un lenguaje sencillo y llano para alumnos de 3º de ESO. Más bien utilizan una mezcla que no entienden ni unos ni otros. Yo mismo he tenido problemas para entender muchas definiciones que dan estos libros y tengo estudios universitarios ¿cómo narices van a entenderlo mis alumnos? Sencillamente no pueden (menos más que son lingüistas los que los redactan). Esto denota la enorme carencia de empatía que poseen los redactores de estos manuales que a lo mejor no han dado clase en su vida.
Pero bueno, lo positivo es que el mejor aprendizaje siempre fue el autodidacta: nunca nos fueron demasiado necesarios los libros de texto ni los profesores salvo para preguntar las dudas. Añadamos que la mejor forma de aprender es hacer, no tanto que te lo den todo hecho. Por ello, invito a los alumnos a re-hacer su libro de Lengua, reestructurar los contenidos de manera ordenada, simple, directa y con un lenguaje claro, no ambiguo. Lo que no entendáis o no sintáis que está claramente explicado, investigadlo, redefinidlo con ayuda de internet y vuestra capacidad comunicativa que es extraordinaria cuando os lo proponéis. El mero trabajazo de elaborar uno buenos apuntes de la materia será la mejor técnica de estudio en el caso de estas asignaturas con libros tan caóticos como Lengua. Así es cómo podemos usar de abono estos malos libros para que den vida a nuestra creatividad.
Si yo fuera alumno, haría a ordenador (para poder editarlo) una especie de Cuadernillo de Gramática de la Lengua Española que me sirviera, no solo para aprobar 3º de ESO sino para ir actualizándolo y mejorándolo cada curso (puesto que cada año repiten una y otra vez los mismos conceptos tan solo ampliando un poco más lo que se dio en el anterior); y lo mismo con la Ortografía y con la Sintaxis: haced un cuadernillo o unos apuntes generales que os sirvan de un año para otro. De esta manera, el año que viene tendremos una parte del trabajo hecho y los recuerdos del año anterior potenciaran los del siguiente. También recomiendo comprarse el reglamento oficial de Ortografía y Gramática de la RAE que sirva de consulta, inspiración y guía. Y como ejemplo de un verdadero manual que usa un lenguaje claro y exacto.
Por otro lado, para los apartados de Comunicación y de Literatura, recomendaría la elaboración de esquemas, y después una buena práctica con comentarios de texto estilo libre (cosa que nunca proponen) para dar rienda suelta a la creatividad y la expresión personal lo cual estimula el aprendizaje y la memorización.
Un segundo consejo que os doy es, como siempre, no solo redactar y reintegrar los conocimientos sino también exponerlos y expresarlos en voz alta: ayudad a vuestros compañeros a entender mejor la Lengua, explicaros el tema unos a otros, cada uno desde su punto de vista distintos. La mejor forma de aprender es enseñar: convertíos en profesores.
Espero con esta crítica haberos liberado de las cadenas de confusión que atan nuestro pensamiento cuando nos dan gato por liebre; y espero haberos abierto un poco el camino a una nueva forma de trabajar este tipo de contenidos.
Soy graduado en Psicología con máster de coaching y Psicología Existencial. Estoy especializado en orientación de adolescentes y rendimiento académico, así como en ansiedad y etrés. En 2013 comencé a formarme en IPæ y en 2018 emprendí su sede en Lucena. Me encanta la escritura y la lectura para formarme. Considero que la terapia se resume en leer, escibir y conversar. Puedes reservar cita conmigo aquí.